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Segundo encuentro de docentes jubiladas

27 de Agosto de 2016

"Cada etapa que termina

se transforma en la posobilidad

de un nuevo comienzo

La vida nos da siempre

la oportunidad de crecer,

de crear, de transformar,

de ser plenos..."

Dios y la vida nos guiaron, nos cruzaron, nos unieron, a través de nuestra bendita vocación, en el Regina, en esta casa, en nuestra querida casa.

Trabajamos con amor, nos brindamos con el corazón y las manos extendidas.

Nos acompañamos en el camino, a veces llano, otras pedregozo, en días soleados y algunos lluviosos, en momentos felices y en otros, no tanto.

Aprendimos, descubrimos, nos sorprendimos, crecimos, con el encanto y el desafío que ello implica.

Con tiempo, sentimos que aquí, en esta gran casa, habíamos formado una familia, a la que no nos unía ni la sangre, ni los genes, ni el apellido, pero sí los afectos, el compañerismo, las tareas comunes, la solidaridad, la complicidad, la risa y el llanto, los acuerdos y los desacuerdos... como en las verdaderas familias.

Los años pasaron y llegó el momento de la partida, de la misión cumplida, del merecido jubileo, de la nueva siembra.

Pero sucede que a veces, de algunos lugares no nos vamos nunca y solemos sentir una dulce nostalgiaque nos hace regresar. Seguramente, porque en algun rincón, un pedacito de nuestro corazón, quedó allí latiendo.

Por todo esto, por tiempo compartido, por los afectos, por las vivencias, porque esta casa nunca dejará de ser "nuestra querida casa" es que las Hermanas nos reciben un día, exclusivamente, para disfrutar de una hermosa tarde, en la que los encuentros, los recuerdos de anécdotas y la amena charla salpicada de risas y exclamaciones, fueron las protagonistas indiscutibles.

La calidez de una taza de café con algunas cosas ricas, también acompañaron y condimentaron el encanto de esos momentos.

Abrimos la tarde de encuentros y abrazos en la pequeña Capilla agradeciendo a Dios la oportunudad de estar allí, juntas, como seguramente lo habíamos estado muchas veces y como nos reencontramos muchas más.

Cuando llego la hora de irnos, cada una fue saliendo sonriente, contenta y agradecida de saber y haber confirmado que esta casa, "nuestra querida casa" siempre tenía sus puertas abiertas para cuando sintamos la dulce nostalgia de volver...

Gracias a todos por haber estado,

a las Hermanas por la oportunidad

 y a Dios por permitirlo.

Profesora Mirta García

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